sábado, 20 de febrero de 2016

De cemento armado

Están a la vuelta de cada esquina. Es cierto que muchas veces se delatan y van anunciando lo que son, pero otras, no descubrimos cómo las gastan hasta que hemos sido sus víctimas. Los y las caraduras no se paran en barras. Bien es cierto que también es cuestión personal y colectiva afear su conducta y pararles los pies. Si miramos hacia otro lado y tragamos para evitar una bronca, estaremos alimentado el monstruo.
JV.- Empecemos distinguiendo a esas personas que tienen un desparpajo más o menos simpático y que no lesiona a nadie de quienes no se paran en barras y se aprovechan o joroban a los demás.
IQ.- Buen matiz. Hay gente que tiene una manera de pedir que parece que está dando, y que utiliza esa cualidad solo cuando es imprescindible. Lo hacen con estilo y con buen humor, y casi siempre dejan traslucir su intención y con ello van pidiendo perdón de forma adelantada. Estas personas no tienen inconveniente en reconocer en algún momento lo que hacen.
Las otras son mentirosas compulsivas, que utilizan a los demás sin importarles mucho las consecuencias que pueda tener su conducta. Son cortoplacistas porque se les detecta pronto... [Sigue leyendo en los diarios de Grupo Noticias]

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