sábado, 5 de marzo de 2016

Elogio de la delicadeza

Quizá si fuéramos capaces de ponernos al otro lado, caeríamos en la cuenta de lo mal que sientan determinadas palabras, actitudes o tonos. Sin caer en el servilismo ni el agasajo excesivo, es perfectamente posible obrar con sana cortesía. Y generalmente, el resultado merece mucho el intento.

J. V.: Estamos, me temo, ante otra de las asignaturas pendientes. La delicadeza no se prodiga.

-I. Q.: Cada día menos, desgraciadamente. Yo diría más: en algunos entornos hasta se llega a considerar ridículo obrar con tacto, y no digamos ser una persona cortés. Hoy en día vende mejor lo que se hace de forma impulsiva que lo que se hace de forma reflexiva... [Sigue leyendo en los diarios de Grupo Noticias]

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