El sufrimiento cada vez tiene peor prensa. Lógico, a nadie, salvo que sea un masoca redomado, le apetece pasarlo mal. Sin embargo, no pocas veces, la capacidad para aguantar los reveses ayuda a superarlos y nos fortalece como personas. No se trata, claro, de sufrir por sufrir, sino de tomar conciencia de lo que cuestan las cosas.
Y otra cuestión que también comentamos: hay un sufrimiento real y otro, ahora bastante de moda, artificial. Si el sufrimiento es autoinfligido —soy la leche porque me hago maratones—, no hablamos de sufrimiento sino de algo perfectamente prescindible.
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