sábado, 2 de enero de 2016

Subir sin pisar cabezas

Sin ambición no llegaremos a ninguna parte. En el mejor de los caso, seremos corchos flotantes a la deriva y al albur de los designios de otros. Siempre es bueno quererse y aspirar a mejorar… mientras no lo hagamos a costa de los demás. Ahí entraríamos en la dañina ambición de quienes están dispuestos a lo que sea por progresar. Y como todo les sabe a poco, su lista de víctimas no deja de aumentar.

JV.- Empecemos distinguiendo: hay una ambición positiva, la que nos hace progresar, y otra no tan buena, esa que lleva a algunos a pisar cabezas.
IQ.- Efectivamente. Esto es como la ansiedad y como el estrés. Ambas existen en proporciones convenientes y recomendables, y también en proporciones que te incapacitan y te pueden enfermar. La ambición sana se distingue de la insana en dónde está el rival. En la ambición sana es el propio conocimiento y las propias limitaciones el rival al que te enfrentas. En la insana es alguien que hace bien las cosas y al que el insanamente ambicioso se pone la obligación de vencer o someter, muchas veces a cualquier precio. [Sigue leyendo en los diarios de Grupo Noticias]

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