Llamémosle hipersensibilidad. Todos conocemos personas —si es que no somos una de ellas— que rumian las cosas mucho más que el resto... y que, por eso, mismo sufren más. Se toman todo como una cuestión personal, e incluso las tonterías sin importancia les hacen estar dando vueltas y vueltas.
En una versión más negativa, están quienes tienen la suspicacia siempre a flor de piel y creen que cada cosa, cada gesto, incluso cada silencio es una ofensa.
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